27 de abril de 2012.
En una entrevista publicada en la edición de marzo del Jornal dos Economistas del núcleo de Río de Janeiro del Consejo Regional de Economía (Corecon-RJ), la auditora fiscal de Ingresos Federales Maria Lucia Fattorelli da una esclarecedora radiografía del funcionamiento de las finanzas públicas en Brasil y, más específicamente, el control del proceso ejercido por los grupos dominantes. Para ella, este "Sistema de la Deuda" como lo denomina, se encuentra en el centro de la tendencia a la concentración de la riqueza y renta prevaleciente y no otorga ninguna ventaja al país como un todo.
La dimensión del problema se muestra en el hecho de que nada menos que 47% de los recursos presupuestales federales en el 2012 se destinarán al servicio de la deuda. En 2010, fueron el 45.05%, dejando solamente migajas para las necesidades fundamentales de la gran mayoría de la población: Salud, 4.07%; Educación, 2.99%, Transportes, 0.68%; Ciencia y Tecnología, 0.32%; Energía, 0.03%; Saneamiento, 0.02%.
Fattorelli afirma que la sangría tiene razones históricas. "La reserva del 47% de los recursos federales en el 2012 para el pago del servicio de la deuda resulta del modelo económico vigente en el país. Este modelo está equivocado bajo varios aspectos, especialmente en lo que se refiere a la opción por el endeudamiento en lugar de la adopción de una tributación justa. Tal modelo tiene razones históricas en el proceso de colonización e influenció la conformación injusta de la sociedad brasileña. En términos de política fiscal, determinó la adopción del modelo tributario regresivo, que ha propiciado la continua concentración de la riqueza y el ingreso, además de garantizar a la deuda pública una serie de privilegios que denominamos 'Sistema de la Deuda'. En teoría, el endeudamiento público debería funcionar como fuente de recursos para el estado, aportando los recursos no suficientemente recaudados por medio de las contribuciones. En la práctica, ha funcionado como un mecanismo del creciente desvío de recursos públicos hacia el sector financiero privado, sin ninguna contrapartida en bienes o servicios a la Nación".
En realidad, este sistema se practica en muchos otros países -como lo resalta- y está en la raíz de la actual crisis financiera global, por mostrarse absolutamente incompatible con los requisitos de la economía mundial cada vez más compleja, diversificada e interconectada del siglo XXI. No obstante, su funcionamiento es poco conocido y, por consiguiente, muchos se equivocan en cuanto al verdadero origen de muchos de los problemas de las finanzas públicas nacionales.
De acuerdo con Fattorelli, el sistema tiene cuatro componentes cruciales:
1) todo gasto gubernamental exige la indicación de las respectivas fuentes de recursos, excepto la deuda,
2) la Ley de Directrices Presupuestales (LDP), que garantiza la actualización mensual de la deuda, por índices cuya variación es superior al IPCG (Índice Nacional de Precios al Consumidor en General);
3) una Ley de Responsabilidad Fiscal, que limita gastos en inversiones sociales, pero no establece límite alguno al costo de la política monetaria, garantizando elevados intereses a los rentistas; y
4) el control de la inflación basado en la utilización de los intereses como instrumento del control de precios y en el control del volumen de moneda en circulación ( a pesar de que el 70% de la inflación se debe a los aumentos de los precios de los servicios públicos privatizados y del control de la moneda circulante no ha sido acompañado por el control de los capitales especulativos).
La exposición de Fattorelli deja claro que, así como ocurre en la mayoría de los demás países, la supuesta "falta de recursos" para las inversiones en los sectores que, efectivamente, soportan la economía real, tanto en la infraestructura física como en la social, no son resultado de limitaciones intrínsecas de la economía, sino del control privado del sistema de emisión monetaria y crediticia y del financiamiento de las instituciones públicas. Esta es, de hecho, la esencia del sistema hegemónico establecido desde finales del siglo XVII, con la creación del Banco de Inglaterra, cuyos límites, estos si, están a la luz del día.
Y el momento del ajuste de cuentas no está muy lejano. Por el momento, los centros del sistema financiero global, situados en el eje Washington-New York-Londres-Bruselas-Frankfurt, están empeñados en impulsar los resultados, en un frenético intento de "salvar" al sistema, con fuertes inyecciones de liquidez y recompra de títulos gubernamentales, como hicieron los EU. En la Unión Europea (UE), a pesar de las restricciones a la operación del Banco Central Europeo (BCE), el sistema bancario ha sido debidamente "rescatado" -pero semejantes intervenciones tienen límites.
La crisis de la deuda está en el ojo del huracán y, sin que los problemas de la deuda griega hayan sido solucionados, España está en el círculo de espera, con su sistema de deuda amenazado con un colapso inminente y los españoles sacando en masa su dinero del país (65 mi millones de euros, solamente en marzo). Y, debido al tamaño de su economía -con un PIB cinco veces mayor que el griego, ni el BCE ni el Fondo Monetario Internacional (FMI), disponen de recursos para un "rescate" español. En síntesis, una crisis bancaria en España tiene el potencial para que la quiebra de Lehman Brothers parezca un juego de niños.
Por otro lado, un país ya entendió las nefastas consecuencias de este sistema de desregulación financiera y endeudamiento permanente. La pequeña Islandia, que hace una década se embarcó con la ilusión de la "globalización" financiera, solo para ver desmoronar sus sistema bancario en el 2008, dio al mundo una lección de cómo enfrentar una crisis financiera: intervino el sistema bancario: se rehusó, mediante dos plebiscitos, a asumir las deudas privadas de los bancos; responsabilizó penalmente a los banqueros y, políticamente, al jefe de gobierno y al ministro directamente involucrados en el embrollo; y adoptó una serie de medidas de regulación financiera para evitar nuevos excesos. Y, aunque no se ha liberado del todo del sistema de la deuda, señaló un camino para que esto pueda ocurrir, en un futuro próximo.
Fuente: MSIa Informa.
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